Los tiempos cambian y con ello, los gustos y las necesidades. Cuando se fundó Pompas Fúnebres de La Coruña en 1974, la decoración era acorde con lo que entonces se llevaba: los cuadros y los adornos eran austeros, la luz mortecina y el sentimiento religioso intrínseco con la despedida. Todo esto era lo adecuado, porque respondía exactamente a lo que las familias demandaban de un tanatorio.
Y los años van pasando… Gana presencia los colores claros, las luces neutras, los adornos florales o abstractos (nada muy personal), los muebles rectos “tipo nórdico”, y por supuesto las paredes lisas. Todo se ha vuelto más aséptico.
Las “pompas fúnebres” de antaño han perdido relevancia, o quizás sólo se han transformado. Aumenta el porcentaje de personas que optan por el servicio de cremación frente al entierro, la velación nocturna es prácticamente anecdótica, y los funerales (en cualquier caso, mayoritarios), empiezan lentamente a dar paso a despedidas no religiosas.
Fuente: La Opinión A Coruña